Historia
Pocos pueblos tienen una historia tan antigua y apasionante como Ugíjar. Su origen, entre la historia y la leyenda, se relaciona con el oro de su tierra. Tal vez por ello, en la Antigüedad, los griegos remontaron el río Adra para buscar el oro de la Rambla de Don Durón. Estrabón en el siglo I a.C. en su obra Geographika mencionaba una ciudad llamada Ulyssea que algunos historiadores identifican con Ugíjar. También ciertos autores coinciden en que su nombre deriva del término latino Hortum Sacrum (Huerto Sagrado) y que la Terrera La Cará, con sus inconfundibles farallones de arcilla roja, formó parte de una Ruina Montis, un sistema de explotación aurífera romana basada en la infiltración de agua para provocar el desmoronamiento de la tierra. Pero, sin duda, la realidad histórica de Ugíjar comienza con la ocupación islámica. Ugíjar fue protagonista de varias sublevaciones contra el poder central de Al Andalus. Bajo el califa Hisam I (796-798), la tribu de los udríes se rebeló en la fortaleza de Escariantes obligando al emir a intervenir para sofocarla. Entre los siglos IX y X seguidores de Omar Ben Hafsum se sublevaron al mando de Suar Ben Hamboum el Kaisi. Abderramán III estableció en Ugíjar su cuartel general donde preparó el asalto y la toma del castillo de Juviles. Siglos más tarde, con el desmoronamiento almohade, Mohamed Ibn Hud, se proclamó emir en 1.227 en Escariantes y durante diez años extendió su influencia por comarcas de Málaga, Córdoba, Jaén, Almería y Murcia. Durante la época nazarí, Uxíxar de Albacete 7 configuró su carácter de núcleo administrativo. Cabeza de taha, de ella dependían diecinueve lugares, en el centro de Las Alpujarras.
Desarrolló entonces una economía próspera de productos de huerta, vinos, frutos secos, esencias aromáticas y una formidable producción artesanal de alfarería y telares de lana y seda, destinados en gran parte a la exportación hacia los circuitos comerciales del Mediterráneo y en otros casos, al pago de parias al reino de Castilla. De esta época aún conserva el recuerdo del trazado de sus calles y la disponibilidad de sus barrios: del Herrero, Bárbol, barrio de la Plaza, Alguacil, del Zoco, Rambla de Hizan y Albacete de Ugíjar. En las capitulaciones del 25 de noviembre de 1491 los Reyes Católicos se comprometían a respetar las formas de vida de los vencidos. Boabdil obtuvo en señorío para él, su familia, la propiedad de las tahas alpujarreñas “Por juro de heredad para siempre jamás…”
Lograda la total incorporación a Castilla en 1.493, se establecía en Ugíjar la Alcaldía Mayor de toda La Alpujarra, como centro político, administrativo y judicial. Se convertía también en el centro religioso de La Alpujarra con una Colegiata, por bula de Inocencio VIII, a cargo de un abad y seis canónigos para dirigir la recuperación de la fe perdida. Con esta misión de control se asentaron en la primera repoblación, familias de abolengo como Los Peralta, Salcedo o Quixada y un gran séquito de escribanos y procuradores. Se abrió entonces una difícil etapa de convivencia entre cristianos viejos y mudéjares hasta su explosión final el 24 de diciembre de 1.568 en la conocida Rebelión de los Moriscos, una guerra de gran dureza que duró tres años y puso en jaque a Felipe II. La iglesia primitiva fue incendiada y, según consta en las Actas de los Mártires, fueron martirizados entre 240 y 300 cristianos.
Una nueva etapa se abría marcada por el trauma de la guerra y una mentalidad martirial se desplegaba en toda su amplitud. Uxixar, Uxijar o Ujijar, como así se la denominó durante la modernidad, se afirmaba como Capital de La Alpujarra, con jurisdicción sobre cuarenta concejos y en 1.782 se convertía en sede de un Corregimiento por nombramiento Real. El día 1 de mayo de 1.894, doña María Cristina, Reina Regente de España, concedía a Ugíjar el título de Ciudad y a su Ayuntamiento, el tratamiento de Ilustrísimo. El municipio de Ugíjar ofrece en la actualidad un amplio abanico de estilos arquitectónicos y edificios singulares, que conforman una fisonomía urbana realmente peculiar. Pero este municipio no es tan solo una historia y una arquitectura de edificios excepcionales. Ugíjar ofrece mucho más a todos. Sus tradiciones, fiestas, gastronomía y paisaje, concentran toda la esencia y el sentir de La Alpujarra. En la actualidad Ugíjar es una ciudad donde la tradición convive en perfecta armonía con la modernidad. El ámbito comercial confluye en un centro histórico alegre y bullicioso, donde las compras y el tapeo se dan la mano. Todos estos rasgos distintivos, sumados a la extraordinaria situación geográfica y su clima, hacen de Ugíjar un destino turístico único y diferenciador, elección perfecta para vivir y visitar.